Sergio Aguirre |
Por su primera novela, La venganza de la vaca, recibió el Accésit del Premio
Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura en el año
1998. Cuenta que el concurso del Grupo Editorial Norma significó el desafío de
escribir una novela —algo a lo que hasta ese momento nunca se había animado—
para un público que tenía gustos muy parecidos a los suyos, como el suspenso y
el misterio.
“No tengo ningún afán del tipo de querer romper con algo —afirma
el escritor—; se me ocurre que lo que tienen de incómodas mis novelas tal vez
lo tienen por desconocimiento del género juvenil.”
A partir de entonces, escribió y publicó tres novelas más: Los vecinos mueren en las
novelas, El misterio de Crantock y El
hormiguero, donde el cruce
de géneros —en sus relatos, lo policial se mezcla con el misterio y el terror—
logra atrapar por igual a jóvenes y adultos, sumergiéndolos en una trama de
suspenso donde nada es lo que parece. Sorpresa, inquietud y, sobre todo, muchas
ganas de llegar al final para descubrir cómo terminan las historias. Al empezar
alguno de sus libros es imposible detenerse antes de la última página.
—Llegaste
a la literatura juvenil a través del concurso de Norma-Fundalectura. ¿Qué fue
lo que te atrajo de la idea de escribir para jóvenes?
—Nunca tuve la idea de escribir para jóvenes ni para adultos. Cuando escribía mis primeros cuentos no pensaba en ninguna edad, en ningún lector en particular, se trataba de que me gustaran a mí, y a mis amigos, te diría, la gente con la que comparto cosas. El concurso de Norma significaba un desafío y me atrajo inmediatamente. Yo no había leído novelas de misterio “para jóvenes”, simplemente novelas de misterio, y me habían gustado. Entonces, la idea era escribir una novela que me hubiera gustado leer a esa edad, y que también pudiera disfrutarla como adulto, porque si no hubiera quedado yo mismo fuera de la diversión, no me hubiesen dado ganas de escribirla, ni a La venganza de la vaca ni a ninguna de las otras.
—Nunca tuve la idea de escribir para jóvenes ni para adultos. Cuando escribía mis primeros cuentos no pensaba en ninguna edad, en ningún lector en particular, se trataba de que me gustaran a mí, y a mis amigos, te diría, la gente con la que comparto cosas. El concurso de Norma significaba un desafío y me atrajo inmediatamente. Yo no había leído novelas de misterio “para jóvenes”, simplemente novelas de misterio, y me habían gustado. Entonces, la idea era escribir una novela que me hubiera gustado leer a esa edad, y que también pudiera disfrutarla como adulto, porque si no hubiera quedado yo mismo fuera de la diversión, no me hubiesen dado ganas de escribirla, ni a La venganza de la vaca ni a ninguna de las otras.
—Tus
primeros cuentos estaban destinados a un lector adulto: ¿sentiste algún cambio
en tu escritura al pensar en otro tipo de lector?
—No, ningún cambio, salvo cierto gusto cada vez más fuerte por la simpleza en la escritura, y por cierta economía, que por otra parte no es privativo de escribir para jóvenes.
—No, ningún cambio, salvo cierto gusto cada vez más fuerte por la simpleza en la escritura, y por cierta economía, que por otra parte no es privativo de escribir para jóvenes.
—Siendo
escritor, ¿qué se gana y qué se pierde al vivir en el interior del país?
—Nunca viví en la capital, por lo cual no
puedo saberlo, pero desde mi experiencia, ninguna. Paso temporadas en el campo,
inclusive sin Internet, y no percibo ni que me falta ni que me esté perdiendo
de algo. Pero cada escritor, cada persona, necesita cosas distintas, supongo, y
cada uno percibirá carencias o excesos en lugares diferentes.
—¿Quién
es la primera persona a la que le mostrás lo que escribís?
—Eso depende de cada libro, les muestro a
los que están cerca y disfruto cuando a mis amigos les gusta lo que voy
escribiendo, cuando les genera ganas de saber cómo continuará.
—¿Cómo
surgen las ideas para tus historias? ¿Cómo es el proceso creativo de tus
novelas?
—No lo sé, me parece que cada libro tuvo un proceso diferente. De algunos tenía la idea central, de otros sólo una escena, o la estructura, como en el caso de La venganza de la vaca. Pero todos, salvo la primera, fueron originalmente una idea para un cuento. A algunos incluso los escribí como cuentos, pero así no terminaron de convencerme.
—No lo sé, me parece que cada libro tuvo un proceso diferente. De algunos tenía la idea central, de otros sólo una escena, o la estructura, como en el caso de La venganza de la vaca. Pero todos, salvo la primera, fueron originalmente una idea para un cuento. A algunos incluso los escribí como cuentos, pero así no terminaron de convencerme.
—Tus
novelas presentan una trama y una complejidad atípicas y escapan de los lugares
comunes —y sobre todo cómodos— en los que a veces se sitúa la literatura
infantil y juvenil actual. Cuando escribís, ¿pensás en romper con los
estereotipos actuales o es, simplemente, la manera en que fluye tu escritura?
¿Es la “incomodidad” algo en lo que te sentís cómodo?
—Leí un trabajo de Mariana Elía que señala
algo en ese sentido sobre mis novelas, y ahora vos me preguntás sobre la
incomodidad. Me sorprende un poco porque no tengo ningún afán del tipo de
querer romper con algo. Se me ocurre que lo que tienen de incómodas mis novelas
tal vez lo tienen por desconocimiento del género juvenil. Muchos escritores de
novelas para jóvenes no leen literatura juvenil. Y pienso que puede ser bueno
también así, si ayuda a crecer al género.
—Mientras
que tus novelas anteriores tenían un destinatario juvenil, la última, El
hormiguero, está destinada a lectores más pequeños.
¿Escribir para chicos más chicos te planteó otro desafío?
—Me pareció un desafío de escritura, algo a
lo que le tenía ganas desde hacía un tiempo, una historia escrita de modo que
un chico de 10 u 11 años ya pudiera acceder, y que no por eso un adulto, o
cualquier lector, tuviera que hacer ningún tipo de concesión a la hora de
leerla. Es un trabajo que me gustó mucho.
—¿Cuáles
son tus futuros proyectos?
—En principio, comenzar una nueva novela. Tengo algunas ideas pero no sé cuál elegiré para trabajar, si es que elijo alguna de ésas.
—En principio, comenzar una nueva novela. Tengo algunas ideas pero no sé cuál elegiré para trabajar, si es que elijo alguna de ésas.
—¿Actualmente
estás escribiendo también para adultos?
—En
algún sentido te podría decir que siempre he escrito para adultos, suponiendo
que mis amigos y yo lo seamos, pero si me preguntás si tengo el deseo de
escribir una novela que se publique en una colección no juvenil, mi respuesta
es no. No sé en el futuro, por supuesto, pero supongo que si es así será por
razones de esa historia y no por un deseo mío de ingresar a la “literatura
adulta”.
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